Los habitantes de Puerto Estrella, en la Alta Guajira, claman la presencia del Estado, con ayudas para poner fin a la falta de agua, el mejoramiento de la vía y la generación de proyectos productivos, tres de las necesidades que consideran urgentes para salir del atraso y la miseria.
Llegar hasta este corregimiento por tierra requiere unas 6 horas de camino desde el municipio de Uribia, por trochas imaginarias, que solo los wayú las conocen bien. Un viaje hasta esta zona oscila el millón de pesos y en tiempos de lluvias es impenetrable por tierra, quedando incomunicados. Las autoridades han tenido que ingresar alimentos y ayudas humanitarias por vía marítima.
Sobre este tema, el gobernador de La Guajira, Nemesio Roys Garzón, señaló que la construcción de estas vías debe hacerse de la forma que sea, en alianza con la alcaldía y de diferentes entidades del gobierno nacional para darle conectividad a los distintos corregimientos de la Alta Guajira.
“Debemos hacerlo de la forma que sea, con pavimento, placa huella, como sea, pero tenemos que comenzar a conectar a los corregimientos, para que llegue el progreso, los programas sociales y la alimentación”, dijo el funcionario.
En Puerto Estrella, sus habitantes viven de la pesca, la cría de ganado vacuno y ovino, la artesanía y la docencia. Sin embargo, mueren de hambre y de sed por falta de recursos.
El tema de desempleo no les permite a los padres de familia llevar a sus hijos hasta un centro educativo, debido a la complejidad del territorio que dificulta su traslado, representados en uno o más kilómetros de distancia a pie, en burro, bicicleta o moto.
“Hay niños que están desnutridos por la necesidad de agua. Aquí no tomamos agua potable, sino del jaguey, cuando llueve y cuando no llueve tomamos agua del pozo”, asegura la indígena Leidy Uriana.
Después de 15 años de ser gobernados por alijunas (no wayú) y cansados de tantas promesas, el pueblo wayú, el más numeroso de La Guajira y de Colombia, eligió como alcalde de Uribia a un representante de esta etnia: Bonifacio Henríquez, llamado cariñosamente como ‘El chinito’, quien habla su lengua, el wayuunaiki, y en el que han centrado todas sus esperanzas.
“Nos toca hacer mucha gestión ante el gobierno nacional para poner fin y que el pueblo wayú pueda mitigar esa necesidad. Cuatro años no nos va a alcanzar para solucionar de raíz el problema, pero como wayú quiero avanzar en la mitigación de este gran flagelo”, dice el alcalde.
Por su parte, el gobernador de La Guajira asegura que no es posible la realización de pozos, ya que en los distintos intentos realizados el agua sale más salada que el agua de mar.
La solución que tenemos es la desalinización. Necesita una planta de osmosis inversa y tiene costos elevados, no se puede seguir improvisando, se tiene que hacer esa inversión y buscar sostenibilidad
Mientras esto sucede, el médico Hary Fuminaya, oriundo de la zona, pide el mejoramiento y la optimización de la planta desalinizadora que tienen actualmente, y con la cual se puede abastecer con el preciado líquido a unos 11 carros cisternas y darle agua a esta comunidad de unos 2.500 habitantes.
“Esto no se puede convertir en un paseo, de venir nada más acá a comerse los chivitos de nosotros”, dice.
Pero, cuando llega la época de lluvia, el problema se acrecienta ya que estos vehículos no pueden desplazarse para abastecer de agua a las comunidades, debido a que quedan incomunicados vía terrestre.
A esta situación se suma el aumento de peajes por las diferentes trochas, los cuales son administrados por menores de edad con el fin de pedir agua, alimentos o algún dinero, expuestos a ser arrollados por un vehículo.
“Controlar el territorio y tener autoridad en cada punto es imposible y la única forma de controlar eso brindando nosotros opciones y calidad de vida”, sostiene Roys.
El gobernador de La Guajira y el alcalde de Uribia dejaron empeñada su palabra de contribuir al cambio, tras recibir el warrara o bastón de mando, símbolo preciado del palabrero wayú, que representa autoridad y sabiduría.
“En lo que flaqueemos este pueblo nos juzgará y nos dará nuestra limpia con estos bastones”, dijo Henríquez.
Fuminaya sostiene que desde la época del General Rojas Pinilla, que les dejó el puesto de salud y los molinos de viento que aún funcionan, no habían tenido tanta esperanza. Recuerda que anteriormente vivían del comercio con Punto Fijo (Venezuela) y Aruba, provisionándose de alimentos y de gasolina que llegaba de contrabando.
También recuerda que han vivido del contrabando con la llegada de barcos que eran descargados por los indígenas, y en otrora del narcotráfico, indicando que faltó orientación y presencia del gobierno para evitar estas actuaciones.
Actualmente, la pesca se constituye en el pan diario de los wayú, sin que pueda generarle mayores ingresos debido a la falta de logística y herramientas necesarias que les permita generar encadenamientos productivos y comercialización de sus productos, ya que no tienen como almacenar sus productos.
Así mismo, solicitan la revisión del convenio del intercambio comercial con las islas de Curazao y Aruba para poder exportar todos los insumos que requieran dentro de marco de la legalidad.
Tanto el gobierno departamental y municipal le apuestan a la potencialización del turismo, como una alternativa para la generación de ingresos y dejar la dependencia del asistencialismo. Sin embargo, “para hacer turismo requerimos tener acceso al agua y vías”, señala el alcalde.
Eliana Mejía Ospino
Para EL TIEMPO